sábado, 16 de mayo de 2020

Cuatro blandones había... 100 años de la muerte de Gallito.


“Juan, esto hay que acabarlo, hay que dejar de torear en Madrid una temporada”.  Esas palabras de Joselito a Juan Belmonte en el callejón de la antigua Plaza de la Carretera de Aragón de Madrid fueron pronunciadas el 15 de mayo de 1920.

Ese día de San Isidro toreaban en Madrid Joselito El Gallo, Juan Belmonte e Ignacio Sánchez Mejías.
Anuncio de la corrida en "El Heraldo Español"
 

Estaba prevista una corrida de Albaserrada, pero los veterinarios y la autoridad desecharon la corrida por cornicorta y los toros fueron sustituidos por seis de Carmen de Federico, sangre de antiguos Muruves.

Esta sustitución provocó impertinentes comentarios entre los espectadores y se habló de vergüenza, de miedo y de dinero.

La murmuración le sentó mal a Joselito que incluso se llegó a ofrecer para matar el día 17 y  en solitario la corrida de Albaserrada que se había rechazado.

Ya en el paseíllo el público le dio una sonora bronca a los tres diestros.

Los toros de Carmen de Federico fueron malos. Hubo que reemplazar a tres de ellos, enfermos de glosopeda, la fiebre aftosa del ganado. Salieron uno de Medina Garvey  y dos de Salas.

La corrida fue un desastre. Los toreros estuvieron fatal y el público se ensañó con José,  al que últimamente  tenían enfilado.

Ese día José iba de celeste y oro. Al primero lo lidió bien y lo despacho pronto. Pero el público seguía gritándole. De los tendidos cayeron al ruedo todo tipo de objetos, incluidas botellas de cristal.
Joselito entrando a matar el primer toro de su última corrida en Madrid
 

El cuarto era de Salas. “Cacharrero” de nombre y berrendo en negro. Jose le hizo una faena de maestro porque el morlaco era peligroso. Pero el público seguía encolerizado con el torero. Comenzó a censurar  con la risa, con el aplauso sin venir a cuento, con el fingido entusiasmo y con hirientes comentarios.  Desde el tendido 2 una mujer lo llamó cobarde. Del 10 una voz anónima con sonido siniestro, gritó “¡Ojala mañana en Talavera te maté un toro!”. Al mismo tiempo, una almohadilla se estrellaba en su cara.
Aspecto de la plaza en el último toro matado por Joselito en Madrid

Lidia del último toro de Joselito en Madrid. Se ve a Joselito esperando a que doble el toro.

Antes del arrastre de Cacharrero. El mulillero medita pensativo sobre el toro muerto
 

José palideció. Aquella maldición conmovió su alma. Arrojó  la muleta al suelo, se apoyó en la barrera y apoyó la cabeza en la mano. Quizás lloraba de rabia.
Gallito apoyado en la barrera de la Plaza de Madrid con la muleta en el suelo
 

En ese momento es cuando le dice a Juan Belmonte aquellas palabras con las que se inicia el texto.

Incluso en el sexto José hace un magnifico quite por delantales en la puerta de chiqueros y en vez de una ovación  del sol salió una voz que decía

¿Diez mil pesetas por un quite? ¡¡Ladrón!!
Salida del magnifico quite al sexto toro en Madrid
 

Juan Belmonte años más tarde le contaba esa tarde a Chaves Nogales

“Aquella tarde el público estaba furioso contra nosotros. Los toros eran chicos y los aficionados protestaban violentamente cuando aún no había empezado la lidia. Llegaba entonces a su apogeo aquella irritación de la gente contra Joselito y contra mí. Toreábamos muchas corridas, nunca nos pasaba nada, cobrábamos bastante dinero y el espectador llegó a tener la impresión de que le estábamos estafando, de que habíamos eliminado el riesgo de la lidia y nos enriquecíamos impunemente”.

Gregorio Corrochano, crítico taurino de ABC publica al día siguiente una crónica que titula “Habéis estao fatales”.

Gallito se retiró a su casa de la calle Arrieta  y salió a cenar. Dicen que con Sánchez Mejía y con el propio Corrochano.

Cenaron en el “Restaurante Bilbaíno de Madrid”. Después se marcharon a su domicilio y estuvieron hablando de toros  y de los sucesos de aquella noche hasta bien entrada la noche.
 
 

Al día siguiente, 16 de mayo, se levantó  muy temprano. Sobre las siete.

Mientras se vestía pudo oír a los niños que repartían la prensa diciendo :

“La Tribuna, compre la Tribuna con el fracaso de Joselito”.
Especial de "La Lidia " dedicado a Joselito
 

Desayunó una tacita de manzanilla.

A las ocho de la mañana ya estaba en la Estación de Delicias, para tomar el tren que lo llevaría a Talavera. En el camino aún hubo desalmados que lo increparon.

Viajó junto con su hermano Fernando, los miembros de su cuadrilla, su amigo Darío López, Leandro Villar, empresario de Talavera, el apoderado de Sanchez Mejías y Gregorio Corrochano.

En el viaje habló Joselito de la corrida de Albaserrada. Quería lidiarla el día 17.

-          ¿Pero cómo se va a lidiar el 17 una corrida que no se pudo lidiar el 15? Le preguntaron.

-          Pues porque me han dicho que no se lidia por mí, porque los toros son grandes, y se la he pedido a la empresa para que vea el público dos cosas: que por mí no dejo de lidiarse, y que los toros no son grandes.

-          Los toros eran cortos de pitones, le dijo uno de los acompañantes.

A lo que Joselito respondió

-          Se desechan los toros cornicortos, esos que se llaman de poco respeto en la cabeza, porque cree la gente que no son peligrosos, que no pueden dar una cornada; y es lo contrario: esos toros cornicortos son más certeros y rara vez enganchan  sin herir.

Poco imaginaba José que un toro cornicorto había de matarle horas más tarde en una corrida que inicialmente  no iba a torear pues tenía la fecha comprometida para torear en Madrid.

La corrida de Talavera se organizó de la siguiente manera. Venancio Ortega, el hijo mayor de la ganadera, la Viuda de Ortega, Doña Josefa Corrochano, arrendó la plaza para lidiar una corrida con sus toros y fue a Madrid para contratar a Sánchez Mejías. Contratado esté y como la plaza era pequeña se pensó en dos toreros de poco precio. Gregorio Corrochano, sobrino de la ganadera y primo hermano  de Venancio Ortega,  les recomienda a Larita, como torero barato y al mismo tiempo valiente y de ameno y variado repertorio.

Sanchez Mejías le recomendó al empresario a Paco Madrid, y así quedo pensada la corrida, sin que a nadie se le ocurriera pensar en Joselito para aquella corrida., que al fin y al cabo era una corrida de pueblo.

Fue el empresario, Venancio Ortega  al café Regina para tratar la venta de unos becerros para Ciudad Real, y allí encontró a Don  Leandro Villar quien le dijo:

-          ¿Por qué no lleva usted a Rafael El Gallo, que daría más cartel a la corrida y lleva buena temporada?

-          Porque aquella plaza no da para tanto.

-          ¿Me cede usted el negocio y me comprometo a llevar a Rafael?

-          Encantado, cuente usted con la plaza. Yo soy Empresa a la fuerza por lidiar mis toros, que es lo único que tengo interés.

El trato quedó hecho. Ignacio Sánchez Mejías y Rafael El Gallo con toros de la viuda de Ortega. 

Don Leandro Villar, íntimo amigo de Joselito, le comunica sus planes a éste:

-          ¿Y porque Rafael y no yo?

-          Porque tú eres muy caro para Talavera.

-          Yo soy el torero más barato – dijo Gallito- porque soy el que da más público.

Y así quedó cerrada la corrida . 
Cartel de la corrida de Talavera

Cartel de la corrida de Talavera
Gallito tenía cerrado torear ese día en Madrid junto a Juan Belmonte en una corrida donde iba a debutar la ganadería de la Marquesa de Urquijo, que se empeñó con la empresa en que la torease Joselito. El público protestó porque no quería que la gran figura torease en Madrid toros desconocidos y José aprovecho la tesitura para cerrar lo de Talavera y poner en esa corrida a su hermano Rafael junto a Juan Belmonte. La corrida del 16 de mayo en Madrid quedó suspendida por la lluvia.

Continuaba el viaje en el tren en medio de estas conversaciones y al llegar a Torrijos se apearon para comer algo y tuvo un incidente con un camarero al que José  de una brazada lo tiró contra un velador. José pagó allí mismo los desperfectos causados.  40 pesetas.

Una copla popular refleja ese incidente.

“Cuando iba “pa” Talavera

el famoso y gran torero,

en la estación de Torrijos

riñó con un camarero.

Le puso de más dinero

que la cuenta presentaba:

Y como más le insultaba,

Le pego una bofetada

Joselito a él”.

 

A las 12 llega el tren a Talavera de la Reina donde se celebraban las fiestas locales. Ya en 1290 Sancho IV otorga a la villa, cuando todavía era Talavera a secas,  el privilegio de la organización de dos ferias agrícolas al año, unas por San isidro en mayo y otras por San Mateo en septiembre.

El añadido al nombre de la ciudad se remonta al 24 de junio de 1328, fecha en la que el rey Alfonso XI de Castilla a los diecisiete años de edad contrajo matrimonio con su prima de quince, Maria de Portugal y le regaló entre otras cosas esta ciudad. Posteriormente la reina Maria ordenó encarcelar a la amante del rey, Leonor de Guzmán en el alcázar de Talavera donde murió ejecutada en 1351. Leonor de Guzmán fue la madre del primer monarca de la Casa de Trastámara, Enrique II de Castilla. Este último cedió la ciudad al arzobispo de Toledo el 25 de junio de 1369.

Durante la Segunda República la denominación de la villa se cambió y pasó a denominarse Talavera del Tajo.

La fiesta de los toros fueron tan importantes en Talavera que se crearon los cargos de canónigo torero y regidor torero para festejar los preparativos de los festejos taurinos. De hecho la plaza estaba pegada a la Ermita de la Virgen del Prado, patrona del pueblo.

La nueva plaza es construida sobre una antigua y es inaugurada en 1890 por el padre de Joselito, Fernando El Gallo, que toreó ese día con Antonio Arana (Jarana)
Cartel de la inauguración de la Plaza de Talavera
 

El tiempo no era bueno al llegar a Talavera. Pero a pesar del tiempo y de los incidentes José iba contento. En la estación lo recogen en una “manuela”. Joselito desde allí lanzaba gritos de ¡ Vivan los novios!

Sánchez Mejías avergonzado lo mandaba callar.

Joselito estaba alegre porque iba a torear en la plaza que inauguro su padre.
 
Plaza de Toros de Talavera con la ermita de la Virgen del Prado al fondo
 
Pero no paraba de llover. El empresario, D. Leandro Villar estaba preocupado y Joselito le dijo

-          No se apure D. Leandro que para suspender esta corrida tiene que caer el diluvio. Desde que me he enterado que esta plaza la inauguro mi padre soy capaz de pagar lo que pidan por torear en ella.

José se durmió una siesta. A las tres en punto lo llamo Paco Botas su mozo de espadas. Se  despertó cantando las coplas de El Espartero, aquel torero de la Alfalfa  que pronunció la famosa frase de “ más cornás da el hambre” y que murió en la Plaza de Madrid por la cornada que el toro de Miura de nombre “Perdigon” le infligió cuando entraba a matar.

El cuarto del Hotel Europa donde se alojó Joselito
 
 

El padre de Joselito fue el padrino en la confirmación de alternativa de El Espartero. A su muerte en Sevilla tuvo un entierro multitudinario y su cuerpo fue llevado hasta el cementerio con un tiro de caballos negros como luego pasaría con Joselito. Blasco Ibañez recoge su vida en la novela “Sangre y arena”.

En su tumba cercana a la de Joselito se representa la muerte con una columna rota por la mitad.
Tumba de El Espartero en el cementerio de Sevilla
 

Las coplas del Espartero que Joselito cantaban eran estas:

El toro era un criminal

de las dehesas de Miura

que al taurómaca valiente

lo llevo a la sepultura.

Adiós ya me voy…

Cuatro caballos jalaban

la carroza del torero.

Los sevillanos lloraban,

la muerte del Espartero.  

 
Sobre una silla le esperaba el vestido de torear. Grana y oro. En otra el capote de paseo. Negro con flores rojas. Sangre y luto.

Gallito vestido de torear se fue para la plaza cantando de nuevo las coplas de El Espartero.

Famosas fueron las quintillas que D. Pedro Muñoz Seca escribió:

¡ Talavera, Talavera,

qué triste suerte tu suerte!

En tu plaza bullanguera de una cornada certera

halló Gallito la muerte.

¡Gallito!... ¡El mejor torero!

¡El más artista!¡El primero!

El que aquel día nefando

llegó a la plaza cantando

Las coplas de El Espartero!

 

El sol había salido. La plaza estaba llena. Poco antes de hacer el paseíllo ya en el patio de cuadrillas a Blanquet , el hombre de confianza de Joselito , le vino un fuerte olor a cera que interpretó como una mala premonición. Tanto es así que le dijo a Joselito que no torease porque estaba oliendo algo malo. Tras la muerte de Joselito Blanquet fue de subalterno con Granero y el día que Granero muere sucede algo similar antes de hacer el paseíllo. Blanquet decide dejar los toros pero Ignacio Sánchez Mejías lo convence para que vaya en su cuadrilla. El primero le hace prometer que si alguna vez le viene ese fuerte olor a cera ese día no se toreara. Ignacio se lo promete. Un día toreando en Sevilla, estando Blanquet en el callejón le vino ese fuerte olor a cera. Blanquet, que había vivido la muerte de Joselito y Granero, interrumpe la corrida y se llega a montar un altercado en el callejón entre los propios compañeros y la autoridad. La corrida termina e Ignacio sale de la plaza por su propio pie. En el tren de vuelta a Valencia, de donde era el subalterno, Blanquet fallece de un infarto. Esta vez había olido su propia muerte.
Entrada de la corrida de Talavera
 

A las cuatro y media en punto comenzó la corrida. Con José iban de picadores “ Camero”, “Carriles” y “Farnesio”. De banderilleros Blanquet, Cantimplas y El Cuco. Y de puntillero su hermano Fernando.

El paseíllo en Talavera el 16 de mayo de 1920
Los toros eran de la viuda de Ortega. Ganadería de Talavera. Un ganadero modesto, muy escrupuloso que tenía una ganadería corta por lujo. Una ganadería de casta, pues era un cruce de vacas de Veragua y un semental de Santa Coloma, un toro llamado Canastillo, de pura sangre Ibarra que era el padre de todos los lidiados esa tarde.
 

 La madre del que mató a Joselito se llamaba Bailaora La ganadería fue fundada por la Viuda de Ortega, Doña Josefa Corrochano. Para formarla su hijo Venancio adquirió en 1909 vacas del Duque de Veragua. Adquirió un toro de nombre “Espartero” al ganadero salmantino D. Amador García. Pero  ese toro se enfermó de hormigón, enfermedad hereditaria que degenera los pitones, por lo que sacrificó a todos sus descendientes.

 

 Renueva la sangre y adquiere un semental del Conde de Santa Coloma de nombre “Canastillo”. En 1915 nacen las primeras crías de este cruce Veragua – Santa Coloma.

 

Todos los toros lidiados en Talavera eran cinqueños.  Toros finos, largos de cuerpo , de pequeña cabeza y recogido de defensas, en los que predominaba la capa negra.
 
la vaca "Bailaora", madre de "Bailaor"

El semental "Canastillo", padre de Bailaor
 

La divisa de la ganadería era azul y blanca. Azul y blanca como fue la bandera de Gelves hasta 2007. Como la bandera de Talavera. Blanco y azul. Pureza del nacimiento y azul de la puerta de la Gloria.

 

Don Leandro Villar fue a ver la corrida que se había apartado días antes al Prado del Arca, donde pastaba la ganadería.

 

 El Sr. Ortega fue señalando los toros que tenía designados para esa corrida. De todos ellos solo uno fue rechazado por el Sr. Villar. Carpintero  se llamaba y desentonaba un poco de sus hermanos. Bailaor si estaba designado para la corrida, siendo por tanto incierto lo que se ha contado alguna vez que el toro entró en sustitución de otro.
 


Traslado de la corrida de la Viuda de Ortega a la plaza de Talavera
 

 

Lo que ocurrió es que el toro que más le gustó a Villar fue un jabonero, de preciosa lámina y de nombre Golondrino, que Villar ordenó que se soltara en quinto lugar para Joselito. En aquel tiempo no había sorteo y se solía soltar el mejor toro en quinto lugar. De ahí procede el dicho de no hay quinto malo.

 

Sin embargo la víspera de la corrida Golondrino se rompió un pitón y tuvo que ser sustituido por Carpintero que se lidió en sexto lugar, siendo el quinto entonces Bailaor.
 
La enfermedad de toro "Espartero" cambió el encaste de la ganadería de Ortega. Joselito cantó las coplas del Espartero antes de ir a la plaza que había inaugurado su padre, que a su vez había confirmado  la alternativa a  "El Espartero". La fuerza del sino que cantase el Duque de Rivas en Gelves.

 

En el primero José brindó  al Presidente, realizando el que sería el último brindis de su vida.

“Brindo por el Presidente, por su distinguido acompañamiento y por el pueblo de Talavera, donde tenías muchas ganas de torear, porque esta plaza la inauguró mi padre, por cuya memoria brindo también la muerte de este toro”.

Ni en el primero ni en el tercero  pudo hacer gran cosa.
Una de las pocas fotos de Joselito toreando en Talavera

Joselito en Talavera
 

Y salío el quinto de la tarde. “Bailaor”. Negro azabache, chico, cornicorto y marcado con el número 7. Pesó en canal 240 kilos y en bruto 460 kilos. En la lidia fue el menos bravo y el más certero como buen cornicorto.

En cuanto José lo vio torció la cara. No le gustó. A su hermano Fernando le dijo. “Ala pa dentro, Fernando que este toro no es pa ti”. Después se acercó a Blanquet y a Cantimplas y les dijo “Cuidado con este toro que es peligroso”.

Bailaor huía de los capotes. José intento lancearlo inútilmente y le dijo a su cuñado Ignacio Sánchez Mejías “ Este toro nos va a dar guerra Ignacio”.

El toro mató cuatro caballos. Joselito advierte de nuevo al Cuco y a Cantimplas. “Mucho ojo con este pájaro que es muy traicionero”.

De la suerte de varas había salido burriciego y apenas veía de cerca. De vez en cuando el toro tenía arrancadas imprevistas y fulminantes.

Cuando José coge los trastos para torearlo le dice a su hermano Fernando “Mala cara tiene ese ladrón”.

El toro estaba acunado en tablas y en la querencia de un caballo muerto que en aquella época se quedaban en el ruedo hasta finalizar la lidia. Jose ordena a El Cuco y Blanquet que lo saquen de allí, pero el toro vuelve al caballo muerto. José entiende que solo él puede sacarlo.

Le mete la muleta por la cara y se da cuenta de que al toro, que está casi ciego, hay que encelarlo con la voz.

Por fin consigue  sacarlo del caballo y le da dos muletazos muy buenos. Convencido Gallito de su poderío dice a su gente.  “ Dejármelo que ya es mío” y sonriendo se echa unos pasos atrás para liar bien la muleta.

En ese instante Bailaor como un rayo se le echo encima. Lo enganchó por el muslo y lo lanzó al aire. Antes de que cayera, en el aire mismo, lo volvió a coger y le metió el pitón en el vientre.
 
Dibujos de la muerte de Joselito
 

El Cuco , Blanquet y Paco Botas  lo llevan a la enfermería . José se sujeta los intestinos que se salieron del cuerpo  mientras sollozaba ¡ A Mascarell! ¡Que llamen a Mascarell!

Los doctores Luque, Muñoz, Pajares y Ortega lucharon por salvar la vida de Joselito. Inyectaron cafeína, suero, alcanfor. Media hora duró la agonía. Entretanto Sanchez Mejías había pasaportado al sexto de la tarde.

Cuando Sanchez Mejías entra en la enfermería Joselito estaba expirando. El sacerdote de la ermita de la Virgen del Prado,  Don Felipe Vázquez, le administró la extremaunción.  Murió a las siete y cinco de la tarde.

Le quitaron del cuello las tres medallas que llevaba. Una de la Macarena que estaba deformada por una cornada que en ella impactó en San Sebastián, otra del Gran Poder y una tercera en la que llevaba una foto de su madre.

El parte facultativo decía así. “Durante la lidia del quinto toro ha ingresado en esa enfermería el espada José Gómez Ortega con una herida penetrante de 20 centímetros en la región inguinal derecha con salida del epiplón, vejiga e intestinos. Gran schock traumático y probable hemorragia interna: Otra herida en el tercio superior, parte externa del muslo derecho”.

Se ha dicho que la cabeza de Bailaor fue adquirida por Ignacio Sánchez Mejías . Hay que desmentir ese punto. D Francisco Barrero era un industrial madrileño que se dedicaba, entre otras cosas, a comprar la carne de los toros de lidia. Había comprado previamente a la corrida toda la carne de la misma al 50% con un socio llamado Antonio  Moreno “Lagartijillo” que había sido matador de toros.
Cabeza de Bailaor
 

Don Francisco Barrero no pudo ir a Talavera, pero si mandó a sus empleados Lorenzo y Antonio Huecas para descuartizar los toros. Lagartijillo se ocupaba de las cuestiones logísticas.


Reportaje sobre la cabeza del toro "Bailaor"


 

Cuando “Bailaor” es desenganchado de las mulillas, los empleados todavía están descuartizando al anterior toro. Antes de comenzar el despiece llega al matadero la triste noticia de la muerte de Joselito. Lorenzo Huecas de acuerdo con “Lagartijillo” deciden cortar la cabeza del toro para llevarla a Madrid y disecarla. La cabeza de “Bailaor” y los toros descuartizados llegan esa misma noche a Madrid y se quedan en una cámara frigorífica de la calle Arganzuela. Al día siguiente las carnes se ponen a la venta y la cabeza es llevada al famoso taxidermista Severini.

La cabeza fue vendida por 5.000 pesetas a D. Vicente Fraile en casa de Severini y ante el notario de Madrid Sr. Caravaca. La revista Mundo Grafico en su número 454 de 14 de julio de 1920 recoge la foto de la venta.
 
Venta ante notario de la cabeza de Bailaor.
 

D. Vicente Fraile se dedicó luego a exhibir la cabeza de Bailaor por ferias y verbenas. Durante la Guerra Civil la cabeza desapareció y actualmente está en paradero desconocido.

Se improvisó una capilla ardiente con unos hachones  traídos de la cercana ermita de la Virgen del Prado.

Al lado del lecho mortuorio estaba el traje de luces hecho jirones de Joselito, sacado a grandes trozos por la urgencia de la situación.
Chaleco de Joselito que se conserva en el museo de Las Ventas
Hombrera del traje de Joselito que se expone en el "Bar Málaga" de Sevilla
Restos de la taleguilla del traje que están en el Museo Taurino de Valencia
 
 

A las dos de la mañana llegó su hermano Rafael  desde Madrid con el doctor Goyanes. El Gallo no tuvo ánimos para poder entrar y ver a su hermano. Quiso tenerlo en el recuerdo lleno de vida.  
 

Paco Botas, su mozo de espadas, tomó la coleta de Joselito, que todavía la llevaba natural, y la trenzó con manos temblorosas, mientras las lágrimas bajaban por su rostro. Luego pidió al picador Pedro Belmonte “Zurito Chico” de la cuadrilla de Sánchez Mejías (que había sido cogido en el sexto sin mayores consecuencias), que alzará la cabeza de Joselito, manteniendo tensado el mechón de cabello. Entonces el picador “Farnesio” cortó la coleta con una tijera del instrumental de la enfermería y se la entregó a Sánchez Mejías que la besó y la llevo a su hermano Rafael que solo podía dar vueltas alrededor de la plaza, preso de una fuete excitación. Ignacio y Rafael se abrazaron sin decir palabra. Rafael tomó con las dos manos en bandeja la coleta de su hermano, la besó en silencio llorando. Sus amigos a continuación se lo llevaron para Madrid.
En una entrevista que Marino Gómez Santos hace a Rafael El Gallo en 1959 en su casa de la calle O,Donnell de Sevilla este le dice que de madrugada llegaron en un coche el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia. El rey preguntó ¿ Victoria has traído el rosario?. La reina le contesto que si y el rey arrodillándose dijo. "Vamos a rezar". Al marcharse el rey le dio un abrazo a Rafael y le dijo. "Lástima de hombre el que hemos perdido Rafael".
A su vuelta a Madrid recibe multitud de telegramas de condolencia. Destacamos el recibido de Guerrita en el que se puede leer:
"impresionadísimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. se acabaron los toros. Guerrita."
 
Telegrama de Guerrita a Rafael El Gallo. Fuente: Libro Dos temporadas y media
 

En la enfermería de la plaza de Talavera quedó el cádaver de Joselito “ con su triste sonrisa, yerta y eterna en su rostro petrificada” como cantó en su Elegía Gerardo Diego.
 

Sánchez Mejías se acercó al cadáver, se apoyó en la almohada y lo besó en la frente con un hondo dolor .

 ¡ Pobre José ¡ ¿Pobrecito José ¡ ¡ Donde has venido a caer! ¡Qué fatalidad! ¡Qué fatalidad!
Ignacio Sánchez Mejías velando el cadáver de Joselito
El cuerpo fue embalsamado por los doctores Fernández Sanguino y Muñoz Urra. Lo amortajaron con el traje de vestir que José llevó a Talavera. No dio tiempo a que llegase la túnica de nazareno de la hermandad de la Macarena como es tradición sevillana ser amortajado y como hubiera sido el deseo de Joselito.
Los doctores  Fernández Sanguino  y Muñoz Urra tras realizar el embalsamamiento de Joselito
 

Su cuadrilla lo velaba.
La cuadrilla de Joselito velando su cadáver
 

Sanchez Mazas glosó aquel momento con estos versos

Cuatro blandones había

Y cuatro banderilleros

Llorando en la enfermería

a la flor de los toreros.

Cuatro blandones había.
 
 
 
 

7 comentarios:

  1. Magnífica crónica Manolo en el aniversario de la muerte del Maestro Joselito. Lástima que no tenga la difusión que se merece tu narrativa. Me ha encantado. Enhorabuena y mi más sinceras felicitaciones. Esperando la próxima. Un abrazo.

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  2. Magnífico, emocionante. Una crónica impactante. Muchas gracias!!!

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  3. Manolo, magnífico artículo. Mucha gente como yo, se enterará de cosas que no se escuchan en los numerosisimos programas de radio y tv que están haciendo sobre el centenario.

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  4. Magnífica crónica Amigo Manolo.!!
    Joselito estaria orgulloso de tí.
    Un fuerte abrazo.

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  5. Impresionante documento Manolo

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