domingo, 31 de mayo de 2020

La Esperanza es Vida


“Creo en Dios con toda mi alma  y tengo una fe ciega en la Virgen de la Esperanza”.

Son palabras de Joselito el Gallo que en múltiples ocasiones se manifestó en términos similares.

El 31 de mayo de 1920 la hermandad de la Macarena organizó en San Gil las honras fúnebres en memoría de Joselito. Hoy hace justo cien años.

Los días previos a este acontecimiento tras la muerte en Talavera fueron muy intensos.

Ignacio Sánchez  Mejías en contacto con Joaquin Menchero, “El Alfombrista” por recomendación de este último decidió trasladar el cadáver a Madrid y velarlo en su casa de la calle Arrieta, en vez de llevarlo directamente para Sevilla.

Menchero trabó gran amistad con Rafael y José. El primer día que vio torear a Joselito en Madrid su voz sonó atronadora en los tendidos: ¡Lagartijo, Lagartijo! le gritaba a Joselito como halago de su buen toreo, pues el era “lagartijista” de origen.  Su apodo le viene por ser dueño de un negocio de alfombras en la Carrera de San Jerónimo enfrente de Lhardy donde se celebraba una prestigiosa tertulia taurina.

A las 12 de la mañana del día 17 de mayo llegó a Talavera un tren mixto procedente de Madrid. En dicho tren venía Petra la fiel sirvienta de Joselito, que quiso ir a despedirse de José en Talavera, pues las primeras noticias indicaban que el cadáver  sería trasladado a Sevilla vía Mérida.

En ese mismo tren viajaba una representación de la Asociación General de Toreros.

Y el féretro de ébano y plata con un crucifijo de mármol y plata sobre la tapa que, por encargo de Ignacio, el Sr Menchero había enviado ocupándose de que fuera el más lujoso que hubiera.

Llegó el momento más duro tras introducir a José en el ataúd. Parrita fue el encargado de echar la llave a la tapa plateada.

A la una de la tarde quedó constituido el cortejo fúnebre encabezado por el Gobernador Civil, el pleno del Ayuntamiento con maceros, el clero con cruz alzada y la banda municipal. Sánchez Mejías pidió que la banda no tocase.

El ataúd fue trasladado a la estación en una carroza blanca tirada por dos caballos negros.

El féretro de Joselito sale de la Plaza de Talavera


La comitiva hizó una parada en la Ermita de Nuestra Señora del Prado donde se rezó un responso.

El féretro de Joselito delante de la Ermita de la Virgen del Prado en Talavera



A las dos de la tarde sale el tren de Talavera hacía Madrid.

Sobre las cinco y medía del día 17 el tren entra en la Estación de Delicias. Una multitud esperaba la comitiva.

En primera fila para recibir el cuerpo de José estaban Joaquin Menchero, Juan Belmonte, Vicente Pastor, Luis Freg y multitud de toreros, picadores y subalternos.

Su cuadrilla lo llevó en hombros desde el andén hasta el paseo de las Delicias.

Llegada del féretro a la Estación de Delicias en Madrid

La cuadrilla de José sacando el féretro de la estación de Delicias en Madrid
Saliendo de Delicias


Hasta las siete no pudo llegar a la casa de la calle Arrieta.

Allí lo depositaron en el comedor de la vivienda donde el Sr Menchero lo había organizado todo. Las paredes de la estancia estaban cubiertas de paños negros, en la pared destacaba un crucifijo y a ambos lados del mismo dos sencillos altares. Se encendieron varios blandones y se estableceiron turnos para velar a José antes de partir a Sevilla.

Capilla ardiente en la casa de Joselito en la calle Arrieta


La multitud rodeaba la vivienda, pero se limitó el acceso.

El 18 de mayo a primera hora se celebró una misa en la capilla ardiente.

A las 11 de la mañana se celebró una segunda misa a la que asistió el expresidente de la nación D. Antonio Maura.

Mientras se celebraba la misa pasó por el domicilio el entonces presidente D. Eduardo Dato. Nadie imaginaba que años  más tarde pusieran su nombre a la avenida donde Joselito había construido la Monumental de Sevilla.  Como la visita tuvo lugar mientras se estaba celebrando la misa, el Presidente no quisó interrumpir y dejó una tarjeta de condolencia.

A las cuatro de la tarde llegó a la calle Arrieta la imponente carroza fúnebre que era tirada por ocho caballos enganchados a la gran
D, Aumont, forma de tiro que toma su nombre del francés Duque D, Aumont que tiraba sus carruajes con ese tipo de enganche.

Ocho caballos negros con penachos, con cuatro lacayos y cuatro palafreneros todos ellos vestidos a la Federica.



La Grand Dumont de Joselito en la calle Arrieta
Toreros y aficionados en la calle Arrieta antes de partir la comitiva.
 




Comitiva por las calles de Madrid

 








Los lacayos eran los encargados de cuidar que los caballos fueran dóciles y los palafreneros son aquellos que llevan los caballos de freno. A la Federica es una expresión que proviene de los tiempos de Federico el Grande de Prusia. Los lacayos iban vestidos con casaca bordada en oro, chaleco también bordado, una camisa con chorreras y solían lucir en la cabeza un tricornio. Una indumentaria  que recuerda a los caballeros rejoneadores del siglo XVIII y que aún conservan los rejoneadores portugueses.

La funesta casualidad hizo que uno de los caballos delanteros también se llamase “ Bailaor”.

La carroza fúnebre que transportó a Joselito desde su casa a la Estación del Mediodía (actual Atocha) pasó a los anales de la historia como la Gran Doumont.
La Grand Doumont en el Museo de Carruajes fúnebres de Barcelona


En la actualidad está en el Museo de Carrozas Fúnebres de Barcelona y en ella fueron transportados el periodista Mariano de Cavía en julio de 1920 y el torero Manuel Granero muerto en Madrid en 1922 por el toro “Pocapena”.

La Grand Duomont en el entierro de Granero en 1922


Mariano de Cavía escribió en 1891, bajo el seudónimo de Sobaquillo, la obra “De pitón a pitón” con motivo de las corridas de toros celebradas en Paris a raíz de la Exposición Universal. En ella relata un imaginario dialogo con el Nuncio de Su Santidad sobre la legitimidad moral de las corridas de toros.

En una entrevista antes de morir dijo: “Lo más interesante de mi vida es que no fui nada, que no soy nadie, ni tengo nada, ni lo tendré ni lo quiero”.

Interesante reflexión a la que todos habremos de llegar sabiendo que la muerte nos iguala a todos y nos hace ver que nos somos nada, ni nadie.

Antes de montar el féretro en la imponente carroza cuentan las crónicas que alguien llegó con una sencilla rosa y un clavel para que fueran transportadas en el ataúd. 

Venían con una nota en la que se podía leer. “No puedo ofrecerte otra cosa. Pobre es el recuerdo, pero con mi alma agradecida te lo hago.  ¡Adiós Joselito! El cartero”.

Más de dos horas tardó la comitiva en llegar a la estación. La muchedumbre era imponente.

Publicación Nuevo Mundo



El Heraldo de Madrid escribió:

"Muy pocas veces se ha presenciado en Madrid una manifestación de duelo tan imponente como la que hoy se ha hecho, al cadáver del que fue en vida el colosal matador de toros Joselito. A ella se han asociado aristócratas, políticos, gente del pueblo, literatos, periodistas y todo cuanto en Madrid representa vida”.

A las ocho y veinte de la tarde del día 18 de mayo sale para Sevilla el tren con el cuerpo de Joselito.

El féretro entrando en la Estación del Mediodía. (Actual Atocha)


A las seis de la mañana llega el tren a Córdoba. Allí lo esperaba Rafael Guerra “Guerrita”, califa del toreo.

Guerrita se unió al viaje a Sevilla. Especialmente emotiva fue la ofrenda floral que hicieron los hijos del malogrado diestro cordobés  Corchaito. Corchaito murió en la plaza de Cartagena en 1914  y dejo a su familia en una complicada situación. Cuando Joselito se enteró organizo un festival en Córdoba a beneficio de la familia. Lo mismo hizo Joselito en 1918 cuando murió Florentino Ballesteros, al que él mismo había dado la alternativa.




A las nueve de la mañana del día 19 de mayo el tren entrá en la Estación sevillana de Plaza de Armas.

Allí esperaba el Tercer Regimiento de Ingenieros al que perteneció Gallito cuando cumplió el servicio militar.

Joselito en la mili


Los comercios de la ciudad cerraron durante aquella mañana para que la gente pudiera asistir al entierro.

En Sevilla el féretro fue montado en un carruaje landó tirado por seis caballos que estaba cubiertos por gualdrapas negras. El cochero y los seis palafreneros vestían libreas negras y sombreros de copa.

Llegada a Sevilla

Recibiendo a Joselito en Plaza de Armas


El recorrido que hizo la comitiva fue Plaza de Armas, Julio Cesar, Reyes Católicos, San Pablo, Plaza de la Magdalena, Rioja, Tetuan, Velázques, O, Donnell, La Campana, Plaza del Duque, Amor de Dios, Alameda de Hércules, Relator, Feria , Resolana, Don Fadrique y Camino del Cementerio.

El entierro en Sevilla desde otra visión.


El diario La Unión tituló : “La manifestación pública más grande que ha visto Sevilla”.

Cuentan que en la Plaza del Duque presenció el paso del cortejo su amada Guadalupe de Pablo Romero y a su paso se oyó un grito de pena desgarrador. 

La Alameda de Hércules, donde José tenía su casa en Sevilla,  fue adornada con lazos negros pagados por los sevillanos.

La comitiva por la Alameda

Otra imagen de la Alameda


A la una de la tarde llegó la comitiva al cementerio. Los toreros lo llevaron a hombros hasta la tumba de su padre Fernando el Gallo. El ancho del sarcófago no cabía en el sepulcro, por lo que sobre la marcha hubo contratarse la sepultura del número 6 de la calle Virgen María.

Tres días después de su muerte Joselito fue enterrado el miércoles 19 de mayo de 1920.

Prensa de la época


El viernes 21 se celebró un funeral en la Santa Iglesia Catedral que trataremos con detalle en este blog.

Y el 31 de mayo a las diez de la mañana se celebra una misa por Joselito en San Gil, presidida por el canónigo D. Juan Francisco Muñoz y Pabón y el párroco de San Gil . Celebraron la misa bajo acompañamiento musical del requiem del maestro Calahorra.

Juan Manuel Rodriguez Ojeda, miembro de la Junta de la Macarena y amigo de Joselito,  había preparado San Gil de manera primorosa.

En el centro de la nave se situó el paso de la Virgen. Sobre el paso se elevó un túmulo de tres pisos de altura. Coronando el túmulo colocó la vara de plata que Joselito llevaba en la procesión como miembro de Junta de Gobierno, en concreto su vara de consiliario. En el túmulo figuraba la candeleria de plata de la Virgen con crespones negros.

Túmulo funerario en San Gil

Otra visión del túmulo funerario


Detrás del túmulo aparecía la Virgen vestida con velo y gasas negras de riguroso luto. El historiador del arte José de León recoge en un artículo publicado en el boletín del Consejo de Cofradías de Sevilla que “Rodriguez Ojeda podía haber vestido a la Virgen según su estilo o incluso retomando la impronta romántica del siglo XIX con la que conoció a la Virgen de la Esperanza. Sin embargo optó por una indumentaria propia de su momento, logrando una visión sumamente impactante, elocuente y sobre todo revolucionaria para ilustrar un suceso único en la historia” Su atuendo estaba desprovisto de joyas, solo lucía la corona realizada por Joyería Reyes por encargo del propio José y un pañuelo bordado regalo de Fernando El Gallo, padre de José, tras un viaje a América.




“Virgen de la Macarena,

mírame tu como vengo,

tan sin sangre , que ya tengo

blanca mi color morena. “

 

Son versos del primer Rafael Alberti, pero bien hubieran podido ser las palabras que Jose musitará cuando era trasladado a la enfermería de Talavera, consciente de la mortal cornada, para que la Virgen lo acogiese en su seno a la hora de su muerte.

Porque José sabía que la Esperanza es Vida. Y la vida es lo último que se pierde.

 

2 comentarios:

  1. Magnífica crónica y maravillosa iconografía ilustrativa. Enhorabuena Manolo por tu emotiva necrológica de Joselito. Esperando la próxima.

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  2. Qué gran crónica. Esplendida como siempre. Gracias.

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